martes, 30 de septiembre de 2008

Ha muerto Paul Newman

El 2008 no está siendo un buen año para el mundo del cine. Desde que empecé este blog hace unos meses nos han dejado Charlton Heston, Cyd Charisse y, ahora, Paul Newman.

La muerte de Paul Newman, posiblemente el actor más guapo que ha existido, no ha sido una sorpresa. Hace tiempo que se sabía de su enfermedad (el maldito cáncer) y de su decisión de morir en casa. Pero, aun así, nos ha pillado desprevenidos, y nos ha dejado a todos un poco huérfanos.

Paul Newman fue muchas cosas en su vida, además de un magnífico actor, al que le costó mucho que se lo tomaran en serio, como les pasa a muchos actores cuyo talento queda eclipsado por su belleza. Pero además de actor, fue director, guionista y productor. Era un verdadero apasionado de las carreras de coches, y un gran filántropo, que ayudó a muchos niños enfermos a ser un poco más felices. También era propietario de una marca de productos ecológicos, cuyos beneficios iban destinados a obras benéficas. La muerte de su hijo Scott, por sobredosis, le marcó, y por eso se volcó siempre en ayudar a los demás.

Paul Leonard Newman nació el 26 de enero de 1925 en Cleveland (Ohio). Su padre, de origen judeo-alemán, y su madre, de raíces húngaras, regentaban un negocio de artículos deportivos. En 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, se alistó en la Marina, y cumplió el servicio militar en las bases de Okinawa y Guam. Tras servir en la marina de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, volvió la universidad de Kenyon, donde se graduó en Ciencias Económicas y formó parte del equipo de fútbol americano.

Sin embargo, su sueño era el teatro. Con mucho talento y atraído por la interpretación, se unió a una compañía de teatro de Illinois, la "Woodstock Player's", donde trabajaba la que sería su primera esposa, Jacky Witte, madre de sus hijos Scott, Susan y Stephanie, y de quien se divorció en 1958, tras nueve años de matrimonio. Newman estudió interpretación en la prestigiosa Universidad de Yale y en el mítico Actor's Studio, donde coincidió con otras jóvenes promesas que también se hicieron un nombre en el cine de Hollywood: James Dean, Steve McQueen, Lee Remick, Geraldine Page, etc. En 1953 debutó en Broadway con la obra de William Inge Picnic, que permaneció catorce meses en cartel.

Las ofertas del cine no tardaron en llegar, y en 1954 protagonizaba El cáliz de plata, su estreno en la gran pantalla y película de la que se arrepentiría toda la vida.

Marcado por el odio (1956) enderezó su camino, que desde entonces no cesó de cosechar éxitos: La gata sobre el tejado de zinc, El zurdo, Desde la terraza, o El largo y cálido verano, son algunos de sus grandes títulos. En el rodaje de esta última conoció a Joanne Woodward, la actriz que sería su segunda esposa, con quien tendría otros tres hijos, y que lo acompañaría hasta el final de sus días. Siempre me ha gustado esa frase que contestaba cuando le preguntaban por el éxito de su matrimonio: «Para que salir a buscar una hamburguesa teniendo un filete en casa».

Lejos de explotar su faceta de guapo, y a pesar de que en sus inicios le confundían con Marlon Brando (de hecho en sus inicios solía firmar autógrafos en su nombre), Newman prefirió alejarse de la imagen de 'sex symbol', y que se le reconociera por su talento.

Dulce pájaro de juventud, El premio, Éxodo, Harper, detective privado, Cortina rasgada, La leyenda del indomable, Dos hombres y un destino, El golpe... la lista de grandes películas de Paul Newman, que trabajó con los mejores directores, es enorme. El mismo fue director, poniéndose en siete ocasiones tras la cámara, destacando El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas y Rachel, Rachel.

Aunque estuvo nominado al Oscar como mejor actor en nueve ocasiones, tan solo recibió uno. Fue en 1987, con El color del dinero, de Martin Scorsese. Recibió, además, dos premios honoríficos (el Oscar honorífico en 1986 y el Jean Hersholt Humanitarian Award, en 1994). Su última nominación fue en 2003, con Camino a la perdición, de Sam Mendes, su último gran papel, aunque su última película fue Cars, donde ponía la voz a uno de los coches protagonistas.

Pero, como ya he dicho, el cine no fue la única faceta destacada de su vida. Preocupado por los más indefensos, especialmente tras la muerte de su hijo Scott, participó en diversas iniciativas sociales en favor de los niños, llegando a ser nombrado 'padre del año' por Unicef. Precisamente la pérdida de su hijo Scott por sobredosis le llevó a crear la Fundación Scott Newman. El actor deja además como legado Newman's Own, empresa dedicada a la alimentación ecológica cuyos beneficios se destinan íntegramente a labores benéficas. Fue además un destacado demócrata llegando a engrosar la 'lista negra' de Richard Nixon durante el escándalo Watergate.

Además del cine, su familia y ayudar a los demás, su otra gran pasión fueron los coches de carreras. Propietario de un escudería de Cart, logró un segundo puesto en las 24 horas de Le Mans de 1979, al volante de un Porsche 935.

Parafraseando a su gran amigo Robert Redford, el mundo fue un lugar mejor y más hermoso gracias a la presencia de este gran hombre que fue Paul Newman. Como ha dicho Daniel Craig, con el que trabajó en Camino a la Perdición, con la pérdida de Paul Newman "ha acabado una era".

martes, 16 de septiembre de 2008

Prison Break o como resucitar una serie que estaba muerta

El pasado 1 de septiembre regresaba a las pantallas americanas Prison Break, en la que posiblemente sea su última temporada. Lo hizo con un doble episodio que borraba de un plumazo la bochornosa tercera temporada de la serie (que por culpa, o mejor dicho gracias, a la huelga de guionistas de Hollywood, sólo tuvo trece episodios).

La cuarta temporada, al menos en lo que se ha visto hasta ahora (cuatro episodios con el que se emitió anoche), rompe completamente con la temporada anterior que, como ya he dicho, fue bastante mala. La serie, y esta es una de las virtudes que ha tenido Prison Break desde el principio, ha vuelto a reinventarse a sí misma, tal y como hace continuamente Madonna. Ahora ya no se trata de escapar de una cárcel de máxima seguridad, ni de huir de la policía en busca de la ansiada libertad para acabar en una cárcel peor, de la que volver a escapar. Ahora Prison Break se ha convertido en una de espías, con todos nuestros héroes (incluido un personaje supuestamente muerto durante la tercera temporada) trabajando juntos para acabar con la compañía.

A mí lo que he visto hasta ahora de la cuarta temporada me ha gustado. Por supuesto nunca alcanzará a la primera temporada, que, al menos para mí, fue fantástica, con algunos episodios, como las dos partes de Riots, Drills and the Devil (Un motín, Taladros y el Demonio) o Brother's Keeper (El guardián de mi hermano), memorables. La segunda temporada tampoco estuvo mal, sobre todo porque introdujo a uno de mis personajes favoritos, Alex Mahone, interpretado por William Fichtner, que, al menos para mí, es un gran actor. La tercera, como ya he dicho, fue un desastre del que es mejor olvidarse.

Pero como he dicho, la cuarta temporada, al menos por ahora, promete bastante. Además, mientras Wentworth Miller y Dominic Purcell sigan saliendo tan guapos, que más da el contenido de los episodios :)

sábado, 6 de septiembre de 2008

Mamma Mía ! La vida es una canción de ABBA

Hace unos días vi en el cine Mamma Mía! La Película y debo reconocer, sin ninguna vergüenza, que me encantó. Salí del cine tarareando Waterloo y con una sonrisa de oreja a oreja, algo que no siempre se consigue.

Mamma Mía no pasará a la historia del cine por su guión, de una simpleza absoluta (una joven a punto de casarse quiere conocer a su padre y para ello invita a su boda a los tres posibles candidatos). Tampoco las coreografías son nada del otro mundo y los actores, salvo honrosas excepciones (Meryl Streep, Amanda Seyfried) cantan tirando a regular (o directamente fatal, porque, reconozcámoslo, Pierce Brosnan no sabe cantar, aunque está tan guapo toda la película que se le perdona). Sin embargo es una película tan divertida y refrescante que todos sus fallos se perdonan.

Lo mejor son los actores. Todos están muy bien, empezando por Amanda Seyfried, que tiene madera de estrella. Los chicos (Colin Firth, Stellan Skarsgård, Dominic Cooper y Pierce Brosnan) están muy divertidos, muy alejados en algunos casos de lo que nos tienen acostumbrados. Además están guapísimos, sobre todo Pierce Brosnan y mi adorado Colin Firth. Julie Walters y Christine Baranski, como las mejores amigas de la madre, están maravillosas, un absoluto desmadre.

Pero la estrella absoluta es Meryl Streep, que demuestra una vez más que es una de las mejores actrices de su generación. Canta (muy bien), baila, se ríe, nos hace reír, y cuando tiene que ponerse seria, lo hace con maestría. Los dos mejores momentos de la película son suyos, cuando le canta The Winner Takes it All a Brosnan, donde no sólo canta esta maravillosa canción, una de las mejores de ABBA, sino que la interpreta, y cuando los dos cantan juntos S.O.S.

En fin, una película muy divertida, de las que te dejan con una sonrisa en los labios. Una de esas películas que conviene tener cerca para un momento de bajón.

Por cierto, si vais a verla al cine no os marchéis antes del final, ya que la película se cierra, durante los títulos de crédito, con dos números memorables, especialmente Waterloo, donde todo el reparto principal, vestidos con trajes de Spandex absolutamente horrendos, interpreta este clásico de ABBA.