jueves, 5 de febrero de 2009

La epopeya australiana de Baz Luhrmann

Baz Luhrmann es un director que despierta odios y pasiones a partes iguales. A mí, personalmente, me encanta. Moulin Rouge es una de mis películas favoritas y considero que Strictly Ballroom y Romeo + Juliet son las dos fantásticas.

Su última película, Australia, ha sido duramente criticada, en mi opinión injustamente. No es una película perfecta, ni mucho menos, pero tampoco es tan mala como algunas críticas nos han querido hacer creer. Tiene muchos defectos, de acuerdo, pero también cosas buenas e interesantes.

Australia es una película-río, larguísima, que cuenta una historia de esas que los americanos llaman "bigger than life". Para resumir, es la historia de amor entre un rudo vaquero (Hugh Jackman) y una estirada terrateniente inglesa (Nicole Kidman), en la Australia de la Segunda Guerra Mundial. Existen también referencias a la situación de los aborígenes en esa época, especialmente a través del personaje del pequeño Nullah, referencias que han sido muy criticadas ya que muchos han calificado la película de racista, algo que yo no creo.

El principal problema de la película es que, en realidad, funciona como si fueran dos, cuyo enlace es demasiado brusco. La primera parte es un western, con escenas fantásticas, como la estampida de las vacas, y grandes dosis de humor. La segunda parte, no obstante, es un drama con bombardeo japones incluido a la ciudad de Darwin. El tono de esta segunda parte es tan distinto del de la primera que hace cojear al conjunto. Si toda la película hubiera conservado ese aire divertido y romántico de la primera parte, sin duda habría sido mejor.

Por lo demás, los aspectos técnicos son increíbles, con un vestuario y una dirección artística formidables. Los actores están muy bien, destacando el niño Brandon Walters, el gran descubrimiento de la película. Nicole Kidman está bastante bien, sobre todo en la primera parte de la película. Hugh Jackman, por su parte, está estupendo, en los dos sentidos de la palabra. Su interpretación del rudo vaquero enamorado es muy buena y está guapísimo (a destacar la escena de la ducha).

En fin, una película con defectos, que podría haber sido mucho mejor de lo que es, pero que, sin duda, merece un visionado, sobre todo en pantalla grande.

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